En España, según datos de EDADES 2015-16, el cannabis es la droga ilegal más consumida y, además, la única cuyo consumo crece en relación con todos los tipos de consumos (alguna vez en la vida, último año, último mes, a diario).
El perfil del inicio en el consumo de cannabis corresponde a un hombre menor de 25 años en el 77% de los casos. Hay que destacar que el porcentaje de consumidores de cannabis entre los menores de 15-17 años (12,6%) es mayor que entre los mayores de 35 años (5,5%). Estas cifras nos hacen plantearnos varias cuestiones.
Se viene observando un ligero aumento de los consumos de riesgo de alcohol y otras sustancias, especialmente en jóvenes, junto a una baja percepción del riesgo y “normalización” social del consumo lúdico de sustancias (alcohol, cannabis, cocaína, nuevas sustancias psicoactivas). El consumo en la calle contribuye a ese aspecto de normalización y banalización. También ha sido un problema la normalización del consumo de cannabis porque “un porro de vez en cuando no pasa nada”, cuando tras reiterados consumos se ha observado problemas en las capacidades cognitivas de las personas que consumen dicha sustancia. Al igual que las consecuencias negativas en el sistema nervioso. Es muy importante destacar entre la población y como medida preventiva que el consumo prolongado de THC produce síndrome de dependencia, su interrupción en el consumo produce abstinencia, se observan episodios psicóticos agudos sin alteraciones de la conciencia con diferencias de los episodios de psicosis funcionales, síndrome amotivacional, esquizofrenia en sujetos que tienen más predisposición genética y vulnerables en cuanto a la adicción tras un año de consumo. Es destacable indicar que un consumo precoz invita a no detectar el peligro de consumir otras drogas, potencia la agresividad lo que conlleva a la actuación de actividades delictivas y descuidar la protección ante el Sida por ejemplo o conductas sexuales. El consumo a largo plazo afecta a la memoria, al rendimiento, al aprendizaje, a la capacidad de procesamiento, al autocontrol e impulsividad, y como se ha mencionado anteriormente, a patologías más extremas como un brote psicótico.
La prevención comienza en los propios adultos, son el espejo en el que los jóvenes se miran y reforzar de manera positiva la comunicación para saber como afrontar el día a día, es un inicio en la propia familia.
Me fumo algún porro, y qué? Por favor, vamos a concienciar a la población joven y no tan joven de las consecuencias a largo plazo de ese consumo “inocente”.